La Habitación Rosa está al fondo del salón y al lado de la puerta que sale al jardín. Es la más grande la Planta Baja y tiene tres camas; dos de 2,10x1,35cms, con colchones viscoelásticos, y una cama de 90x1,90cms, con colchón de látex. Tiene baño incluido y ducha. La ventana asoma al patio interior y se escucha el rumor de las fuentes.
De las cuatro habitaciones de la planta baja, la habitación rosa es la más grande, el baño, también, es más grande. Tiene tres camas, y está al fondo del salón de la planta baja, junto a la puerta de salida al jardín.
En verano, esta habitación hace las delicias, y levantarse en ella, por cuya ventana entra el sol a raudales, es uno de los placeres que disfruto junto con mi amiga Rabea, en los desayunos del día después de los conciertos del Festival Tres Culturas Castronuño. Siempre decimos que, si el ambiente del concierto; los momentos de los preparativos de las horas previas en la tarde; la espectacularidad del concierto en el porche de Beautiful Alamedas, es mágico, aún más lo son los momentos de las mañanas del día después: los domingos, cuando la sombra, hacia las once de la mañana, recae sobre el patio de suelo andalusí, junto a la fuente.
Saborear las tartas de chocolate, los bizcochos, la tarta de queso, y este último año, paladear los deliciosos dulces árabes bio gourmet, con un café ecológico, y una conversación de ésas, convierten la experiencia en uno de estos momentos insólitos, por los que merece la pena vivir, momentos que sirven de inspiración y que animan a seguir hacia adelante.
Siempre he dicho que mi misión es crear entornos mágicos, espacios alquímicos y transformadores, como mujer apasionada y enamorada que pone su "luz dorada" sobre las cosas y las personas, para llenarlas de vida, tal y como hizo Teresa de Ávila. Ella es mi guía.
Mi misión es ésa; crear estos espacios llenos de luz y encanto, para que podáis disfrutar de ellos, de la misma forma que mi amiga Rabea y yo lo hacemos esos domingos por las mañanas... son momentos únicos, cuya conversación se alza a cotas elevadas y llena nuestras memorias de instantes afortunados.
María José Celemín